El retorno de los jóvenes a la polÃtica es algo que a Rojas le viene muy bien; es más: lo necesita como al aire, para superar décadas de fórmulas probadamente ineficaces, con las que muchos planean seguir insistiendo para impedir que soñemos con superar el fracaso.
Este distrito, uno de los únicos del paÃs que ha visto reducirse su cantidad de población en la última década, con una economÃa cada vez más chiquita (lo cual surge claramente de las mediciones de consumo de energÃa) y los mismos discursos polÃticos que durante más de treinta años mantuvieron esa situación, ve hoy cómo muchos jóvenes se suman a la discusión sobre cuestiones públicas, y esto es un indicio auspicioso, que por supuesto no garantiza nada, pero sirve para mirar el futuro con algo de optimismo.
Está claro que en Rojas, juventudes polÃticas siempre hubo: gente de corta edad que llega a los comités, a las unidades básicas, a los locales partidarios de cualquier tipo y color, a aprender las mañas de los burócratas de turno, a quienes reemplazarán cuando el inevitable paso del tiempo provoque caducidades y madureces.
Vale recordar una canción que hace más de treinta años escribió Raúl Porchetto, y que llevaba el sugerente tÃtulo de "Che, pibe... venÃ, votá". Fue hacia principios de los '80, y decÃa cosas tales como: "decencia y moral... es bueno... pero de golpe, no podemos el paÃs asà cambiar. Conformate con algún puesto... sos joven para entender esto"; y terminaba diciendo "para guerras o elecciones, siempre te vamos a llamar. Pibe, no nos abandones...".
Esto se cantaba cuando muchos llamaban a los jóvenes a integrarse a estructuras partidarias precisamente para lo dicho, para que aprendieran mañas de burócratas, y eso ocurrÃa inmediatamente después de que la última dictadura matara o hiciera desaparecer a decenas de miles de militantes polÃticos que no superaban los treinta años. Curioso...
Pero no se refiere a eso esta nota, sino a un fenómeno que no es nuevo en este paÃs, y que consiste en que la gente joven se organiza y decide qué puertas abrir y cómo las abrirá, sin esperar el permiso de caudillo alguno, y sobre todo sin pretensiones de caerle bien a nadie, porque ya aprendieron que en polÃtica los espacios se ganan, y no se espera que te los regalen por tus virtudes para lamer medias importantes.
Tampoco es extraño que sean precisamente los jóvenes peronistas los que "hagan punta" en este fenómeno, ya que ellos no necesitan inventar nada nuevo: les alcanza con apropiarse de la herencia histórica de ese movimiento, que tuvo en las juventudes su vanguardia polÃtica hasta que la última dictadura tronchó el proceso a punta de bayoneta.
Las juventudes radicales, por su parte, antaño fueron muy activas en la militancia universitaria, algo que también repiten hoy; y el resto... brilla por su ausencia.
Pero más allá de facilidades y dificultades propias de cada color polÃtico, lo verdaderamente interesante es que los jóvenes están volviendo a involucrarse, y si ese fenómeno se multiplica, extendiéndose hacia todo el arco democrático, será algo más que auspicioso.
En una ciudad en la que hace ya demasiados años que se vota para castigar al que está, y en la que se hace evidente que ya hemos probado todo y no quedan alternativas, el aire fresco que pueden aportarle los jóvenes, sea cual fuere su pensamiento, a la polÃtica local, siempre será bienvenido. Desprendernos de una vez y para siempre de las recetas que nos llevaron al fracaso es hoy más importante que nunca; y habida cuenta de que, como se ha dicho, ya no quedan opciones dentro de lo tradicional, necesitamos algo nuevo. Eso que sólo una mirada joven puede aportar.