En estos dÃas de conmemoraciones, plagados de apologÃas destinadas a nuestros próceres de antaño, no está de más destacar que asà como los Laprida, los Santa MarÃa de Oro, los Paso y los Darragueira (entre muchos otros) fueron quienes nos legaron un paÃs "libre de toda dominación extranjera" (tal como dice el acta firmada en 1816), somos nosotros, los ciudadanos de hoy, los que daremos forma a la Argentina en la que vivirán las generaciones futuras.
Ninguno de tales próceres fue un superhombre, ni estuvo hecho de madera o de hierro; por el contrario, todos fueron seres humanos como nosotros, con sus fortalezas y sus debilidades, sus aciertos y sus errores, sus convicciones y también sus traiciones. Pero está claro que si con su esfuerzo, su talento y también su sangre, supieron dejarnos un paÃs mejor que el que ellos vivieron, entonces también nos legaron el compromiso de continuar por ese camino y mejorarlo aún más para quienes nos sucederán.
Dentro de ese razonamiento hay que considerar, además, que la historia no es una sucesión de hechos decididos únicamente por lÃderes. Por el contrario, esos conductores son simplemente emergentes de los pueblos a los que conducen, ya que son las decisiones colectivas las que finalmente dan forma a lo que llamamos "realidad". Ahà radica la importancia de todas nuestras acciones cotidianas, a las que solemos no darle la relevancia que tienen. Nuestras expresiones, la participación en instituciones, las preferencias polÃticas, e inclusive la manera en que trabajamos y la forma que le damos a los negocios y las decisiones de inversión, todo tiene que ver con el devenir de nuestro paÃs, en una medida que puede ser mayor o menor, pero nunca despreciable.
EL CONTEXTO HISTORICO
Nada hay tan falso como una verdad a medias. Por eso mienten, aún sin saberlo, quienes insisten en analizar los sucesos de la polÃtica nacional utilizando fundamentos exclusivamente locales. Ni la Independencia ni la Revolución de Mayo podrÃan haber ocurrido sin una España debilitada por la invasión napoleónica. El peronismo de los '40 y '50 no habrÃa sido lo que fue en una época distinta a la de posguerra; la última dictadura militar tampoco fue mera respuesta a la guerrilla, sino parte de una avanzada continental lanzada contra Latinoamérica en vÃsperas de la caÃda del muro de BerlÃn y la disolución de la URSS; no podrÃa haber existido una década como la menemista en otro contexto que el de un Occidente fuerte e imponiendo las recetas del Consenso de Washington.
Las colonias (otrora polÃticas, luego económicas) como Sudamérica o Africa, aún en el marco de sus modestas independencias, nunca tuvieron el poder suficiente como para imponer(se) polÃticas autónomas de lo que sucede a nivel planetario. Y es aquà donde es necesario llamar la atención sobre lo que HOY está ocurriendo en el mundo.
En un contexto de gravÃsima crisis, el mundo capitalista desarrollado (liderado por EEUU) ve cómo ese liderazgo está siendo discutido por China. Latinoamérica, aprovechando tal circunstancia, ensaya polÃticas de integración y de fortalecimiento interno basado principalmente en la autonomÃa energética y, en la medida de lo posible, el desarrollo industrial y de los servicios. Con lógicas diferencias, ya que (por poner un ejemplo) no pesa lo mismo Brasil que Ecuador, se avanza en la instrumentación de medidas que permitan profundizar aquella independencia solemnemente declarada por los patriotas de 1816. El Mercosur, la UNASUR, la CELAC, el Banco del Sur... son todas herramientas que permiten avanzar en ese sentido.
MAÑANA ES HOY
Es en este marco que hoy, como protagonistas de la historia, a cada uno de nosotros le toca actuar, aún dentro de las lógicas y saludables diferencias de opinión. El debate sobre cómo hacer las cosas enriquece el resultado final; y el nombre y el color de la camiseta del que circunstancialmente conduzca los destinos del paÃs deberÃa ser algo anecdótico. Importan las banderas, que necesitamos comunes; y no son extrañas, sino precisamente las que levantaron Belgrano, Moreno, San MartÃn, y tantos otros a lo largo de la historia.
Las diferencias, ideológicas o metodológicas, no deben hacernos perder de vista que, más allá del camino que elijamos, el destino debe ser el mismo para todos: una nación cada vez más independiente. De lo que hagamos hoy dependerá que nuestros descendientes nos agradezcan por haberles dejado un paÃs mejor que el que hoy tenemos, o nos maldigan por haberlos condenado a ser esclavos.