Policía asesinó a una joven de 18. La noticia no es la represión

Una jovencita de dieciocho años de edad, Úrsula Bahillo, fue asesinada ayer por un oficial de policía cuyo nombre y demás datos filiatorios ya son de dominio público (lo cual nos ahorra la obligación de cometer el delito de escracharlo). Ésta es la noticia.

Si bien la información oficial es nula por el momento, los trascendidos de buena fuente indican que la joven, novia o ex novia del criminal, fue asesinada a puñaladas en un establecimiento rural de la zona de Guido Spano.

El policía imputado por el crimen, de veinticinco años de edad, estaba actualmente fuera de servicio, con carpeta psiquiátrica. Poco después del hecho fue detenido y, según los datos que pudimos recabar, se encontraba en el hospital Unzué.

Se esperaba la llegada del fiscal Sergio Terrón, del Departamento Judicial de Junín, para continuar con la instrucción de la causa que, según todo indica, incluirá varios agravantes tales como femicidio y otros derivados de la condición de funcionario público del imputado.

Poco después de conocida la noticia, una verdadera multitud integrada principalmente por jóvenes salió a las calles y se concentró frente a la comisaría, donde los padres de la víctima realizaban los primeros reclamos de justicia.

Según manifestó la madre de Úrsula ante la movilización, el criminal había sido denunciado en reiteradas oportunidades por ejercer violencia contra la joven, sin que las autoridades tomaran medidas efectivas para prevenir lo que, lamentablemente, terminó ocurriendo.

LA VIOLENCIA QUE NO EMPAÑA EL RECLAMO

La manifestación fue imponente en cuanto a su número, y también pacífica hasta que, en determinado momento, un minúsculo grupito (respondiendo a órdenes vaya a saber de quién) provocó algunos disturbios. Seguidamente comenzó una fuerte represión policial, con balas de goma y gases lacrimógenos, que produjo heridas a algunos de los jóvenes (fuimos testigos del caso de una adolescente con la cara sangrando abundamentemente, luego de recibir el impacto de un proyectil).

La violencia fue «in crescendo», y parte de la concurrencia se enfrentó con la policía utilizando como armas pedazos de cemento y baldosas arrancadas de las veredas. Un móvil policial fue incendiado, y hubo destrozos varios en el centro de la ciudad.

El grueso de la concentración se trasladó luego a la plaza San Martín, mientras en los alrededores de la comisaría continuaban los enfrentamientos entre grupos de jóvenes y la policía. Los disturbios cesaron alrededor de las 2 de la mañana, mientras la plaza continuaba poblada de manifestantes reclamando justicia.