Escribe: Gustavo Cavalcabue.
El 7 de junio se festeja el DÃa del Periodista, en recuerdo de Mariano Moreno y su Gazeta de Buenos Aires, aquella primera publicación que marcó el mojón de arranque para quienes han hecho de esto una profesión, o que, en el caso de quienes no ostentamos tÃtulo alguno, lo llevamos adelante por vocación y, también es aceptable, por la necesidad de sumar algunos billetitos a nuestra economÃa.
Luego de más de treinta años intentando informar, me atrevo a opinar que en realidad deberÃa celebrarse como el DÃa del Periodismo, como la mejor forma de englobar a todos aquellos que son indispensables para llevar a la gente la crónica periodÃstica, porque sin todos los que forman parte de los medios la tarea del redactor no se podrÃa conocer.
En ese sentido, también tienen derecho a sentirse un poco periodistas, por integrar los equipos de trabajo, los camarógrafos, los sonidistas, los operadores, los técnicos, los diagramadores, los productores publicitarios, los fotógrafos y los "muchachos". Todos ellos, entre otros, son piezas de una estructura que no podrÃa funcionar sin cada una de esas partes.
Y si bien en algunos casos también tienen su dÃa, sin el canillita, sin el operador de clave, sin el dueño de la frecuencia radial y si el los propietarios de los medios, nada de lo que hace el periodista llegarÃa a los oyentes, a los televidentes y a los lectores, que son es eslabón sustancial en esta cadena. Del mismo modo que en cualquier comercio, si no hay "clientes", no hay actividad posible, sea lo que sea.
Cada uno aporta lo suyo y, como quedó dicho, entre todos hacemos el periodismo, por lo cual el reconocimiento debe ser para todos y no solamente para el que escribe o habla.
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A propósito del DÃa del Periodista, metiéndome un poco más en lo que significa serlo y en lo que sucede en estos tiempos, pidiendo disculpas por el modo de graficarlo, creo que si don Moreno resucitara, la emprenderÃa a garrotazos con muchÃsimos que se dicen periodistas pero nada tienen de ellos. Ser tendencioso no es compatible con ser periodista, tampoco lo es ser parcial o directamente mentir para ganar la estima de quienes están de un lado de la historia.
De aquel prohombre de la Patria hemos pasado a una gran cantidad de fantoches que venden pescado podrido, verdaderos mercenarios que, como veletas, van para el lado que les conviene, movidos por un viento con signo pesos.
Por fortuna, en Rojas y muchas partes quedan muchos de esos verdaderos periodistas hechos de buena madera, con mayor o menor habilidad con la lengua o con la pluma pero manteniendo esa suerte de "pureza" que deberÃa ser condición ineludible para quien se precie de ser periodista...